Soplan
vientos nuevos por el CRA “Valle de Valverde” y, más concretamente, por el aula
de 3º y 4º de Educación Primaria… El cambio metodológico iniciado el curso
pasado facilita, es más, impera y posibilita el trabajar de manera diferente y, como
no, mucho más atractiva y motivante para nuestros alumnos/as que la enseñanza
tradicional.
Quiero
compartir con todos vosotros/as esta gran experiencia, por lo menos para mí lo
ha sido y, creo no estar equivocado, para mis alumnos/as también.
La
actividad “Comida Navideña” fue planteada, a inicios del mes de Diciembre, a
modo de reto, en la que informé a mis alumnos/as de: este año me había
propuesto organizar y preparar la comida familiar del 25 de Diciembre en la
casa de mi madre y, para no dar qué hacer, yo me iba a encargar de todo
(elección de menú, compra de todo lo necesario y cocina), por lo que les pedía
que me ayudasen en los preparativos. Seríamos diez comensales (dos de ellos
“veganos”) y, el presupuesto, eso sí sin derrochar, no sería un problema, ya
que si se elevaba demasiado, pediría colaboración al resto de familiares para
afrontarlo.
Tras
la propuesta y la comunicación de toda esta información y, por supuesto, la
aceptación voluntaria de este reto por parte de los alumnos/as, realizamos la Rutina
de Pensamiento “1-2-4”
para intentar plasmar por escrito todo lo que íbamos a necesitar y cómo nos
íbamos a organizar para trabajar y llegar al objetivo común.
Antes
de detenerme en el proceso propiamente dicho de esta actividad y en cada una de
las situaciones tan enriquecedoras que fueron surgiendo, me gustaría comenzar
por el final y exponer la siguiente imagen en la que, tras el término de la
actividad, la reflexión final, la extracción de conclusiones y, a través de la Rutina
de Pensamiento “Qué he aprendido, cómo lo he aprendido y qué haría para mejorar”,
mis alumnos/as fueron conscientes de todo aquello que habíamos trabajado
(contenidos curriculares) y fuimos rellenando el siguiente listado, con la
ayuda de la PDI:
A
medida que la actividad se iba desarrollando, fueron surgiendo diferentes
agrupamientos, se fueron utilizando múltiples instrumentos y diferentes
herramientas (reales o digitales), …, con total autonomía, en donde Yoli y yo
dejamos de ser los maestros de este grupo y nos convertimos en meros
espectadores, orientadores o guías.
A
continuación os dejo un pequeño mosaico de imágenes en las que podéis ver
momentos de todo ese trabajo:
Finalmente y, a modo de reflexión, me gustaría decir que esta forma de trabajar en las aulas da pie a poder desarrollar la iniciativa y autonomía de nuestros alumnos/as en mayor medida que las actividades tradicionales. Es más, a pesar de contar en el grupo con alumnos/as de diferente nivel que, además, muestran distintas capacidades, inquietudes, necesidades o problemática asociada, este tipo de actividades colaborativas diluye todos esos problemas y centra la atención en la actividad propiamente dicha, normalizando e igualando a todo el alumnado.

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